49. A veces la reprimenda era dura
Ajaan Samret estuvo ordenado desde que era un niño hasta casi los sesenta años. Había sido un maestro de meditación, estricto en su práctica, con buena reputación y respetado por mucha gente. Pero no completó todo el camino. Su estado mental se deterioró porque se enamoró de la hija de uno de sus seguidores. Así que acudió a Luang Pu para con su permiso dejar los hábitos y casarse.
Todo el mundo estaba conmocionado por estas noticias y nadie podía creer que fuera cierto, porque, a juzgar de su práctica, habían asumido que permanecería en la vida contemplativa el resto de sus días. Si las noticias eran ciertas, sería un fuerte golpe para la comunidad de meditadores. Por esta razón, otros monjes veteranos y sus estudiantes hicieron todo lo que pudieronpara hacerlo cambiar de opinión y evitar que dejara los hábitos. Luang Pu, en particular, trató de disuadirle de sus planes sin éxito. Finalmente Ajaan Samret le dijo: «No puedo seguir así. Cada vez que me siento y medito veo su cara flotando delante de mí».
Luang Pu respondió en voz alta:
«Eso es porque no meditas en tu propia mente. Estás meditando en su trasero, y entonces claro que vas a continuar viendo su trasero. Sal de aquí. Siéntete libre de ir a donde quieras».