51. Un gesto nada más
Había veces que me sentía incómodo por miedo a haberme equivocado cuando apoyaba a aquellos que pedían a Luang Pu que hiciera cosas que él no quería hacer. La primera vez fue cuando se sumó a las ceremonias de apertura del Museo de Phra Ajaan Mun en Wat Pa Sutthaavaat en Sakon Nakhorn. Había muchos maestros de meditación y muchas personas laicas que acudían a presentar sus respetos a los maestros y a pedirles favores. Mucha gente le pedía a Luang Pu que les soplara en su cabeza. Cuando lo veía ahí sentado sin responder, le suplicaba: «Por favor hágalo para que esto termine». Entonces soplaba en sus cabezas. Después de un tiempo, cuando ya no pudo zafarse, comenzó a hacer marcas auspiciosas en sus coches. Cuando se hartó de sus peticiones para amuletos, les permitió que hicieran amuletos en su nombre. Cuando sentía lástima por ellos, encendía la vela de la «victoria» en sus cantos rituales y se sumó a las ceremonias para consagrar amuletos.
Pero me sentí extremadamente aliviado un día que Luang Pu dijo:
«Cuando hago estas cosas es simplemente un gesto físico externo de acuerdo con las normas sociales. No es un gesto de la mente que lleve a estados de devenir, niveles del ser o al camino, los frutos y el nibbāna de ninguna manera».