34. No pensé en eso

En uno de los monasterios de meditación afiliados a Luang Pu vivía un grupo de cinco o seis monjes que querían ser muy estrictos en su práctica, así que tomaron el voto de no hablar durante el retiro de lluvias. En otras palabras, de su boca no saldría ni una sola palabra excepto para los cánticos diarios y para el recitado bisemanal del pāṭimokkha. Cuando finalizó el retiro de lluvias fueron a presentar sus respetos a Luang Pu y le comentaron sobre su estricta práctica: además de cumplir el resto de sus tareas, fueron capaces de permanecer sin hablar durante la duración del retiro.

Luang Pu sonrió un poco y dijo:

«No está nada mal. Cuando no se habla, entonces no se cometen faltas a través del habla. Pero cuando dicen haber dejado de hablar, eso simplemente no es posible. Sólo los nobles que consiguen acceder al estado refinado de la cesación , donde las percepciones y las sensaciones paran, son capaces de dejar de hablar. Fuera de ellos, los demás hablan todo el día y toda la noche. Y sobre todo aquellos que se proponen no hablar: ellos hablan más que nadie, sólo que no emiten ningún sonido que sea audible».