30. Qué observar
Luang Taa Naen se ordenó ya entrado en mediana edad. Era analfabeto y no hablaba ni una palabra de tailandés central. Su fortaleza se hallaba en sus buenas intenciones, su docilidad y su diligencia con sus tareas, al grado que no podías encontrar fallos en él. Cuando vio que otros monjes se despedían para vivir como errantes o para ir a estudiar con otros ajaans, decidió que él también quería ir. Así que fue a pedir permiso para partir, a lo que Luang Pu accedió. Pero entonces le entró la preocupación: «No puedo leer, no conozco su idioma. ¿Cómo seré capaz de practicar con ellos?».
Luang Pu le aconsejó:
«La práctica no es un tema de letras del alfabeto o de la palabra hablada. El hecho de que tú sepas que no sabes es un buen punto de partida. La práctica consiste en esto: en cuanto al Vinaya, observa su ejemplo, el ejemplo establecido por el ajaan. No te desvíes de su conducta en lo absoluto. En cuanto al Dhamma, continúa observando tu propia mente. Practica justo ahí, en la mente. Cuando comprendas tu propia mente, eso será suficiente para permitirte comprender todo lo demás».